miércoles, 18 de abril de 2012

Una gran misión


Capítulo 5




               Cuando llegaron al pueblo y pasaban frente a la casa de Isabel, Alejandro tenía muchas ganas de verla para saber cómo se encontraba, ya que en sus sueños estaba presa en un agujero debajo de la tierra en la cima de la montaña, custodiada por miles de serpientes venenosas, motivo por el cual no podía salir ni para mirar la luz del día.

   Una vez en casa después de bañarse y alimentarse, salió con su hermano Marcos, se dirigieron al parque para reunirse con unos amigos donde había un pequeño espacio con una portería, durante el juego, el balón fue a dar al otro lado de la calle, Alejandro se apresuró a recogerlo, tuvo que sortear el paso de los automóviles para no ser atropellado, al cruzar la vía, grande fue su sorpresa de ver a Isabel con el balón en la mano dispuesta a entregárselo, en el momento de recibirlo le dijo que no se preocupara que está en camino su rescate, ella le contestó que no sabía de qué le hablaba, le dio la espalda y se alejó. él dejó de jugar, se sentó en un banco del parque y trataba de entender por qué Isabel ignoraba todo lo que le pasaba en sus sueños, puesto que era tan real como si lo viviera en carne propia, totalmente desilusionado regresó a su casa y ya no continuó con la tarea de rescatarla. Así pasó el tiempo, cumplía catorce años, sus padres le hicieron una fiesta, invitaron a sus amigos más cercanos, entre los asistentes había una dama a la que no conocía, pensaba que vino con alguno de los invitados, al aproximarse para mirarla más de cerca, sintió que el mar le abrazaba y las olas acariciaban su rostro, al situarse frente a ella vio que se evaporaba gota tras gota hasta desaparecer, se dio cuenta, que era Nereida, comprendió que debía acudir a la orilla del mar donde se encontraba con Isabel; esa misma noche, una vez que salió de su cuerpo físico, fue directamente a dicha zona, caminó por encima de las huellas que todavía estaban marcadas en la arena, se sentó en una roca y en completa tranquilidad contemplaba el ir y venir de las olas, suavemente como el murmullo de las aguas y el silbido del viento, comenzó a escuchar una voz diciéndole que Isabel corre peligro y si muere, los mares y los ríos se secarán, dicho esto Nereida emergió del mar y nuevamente le condujo al lugar que lo dejó hace dos años atrás, tenía la impresión que en el mundo de sus sueños el tiempo no ha transcurrido, el recorrido río arriba le fue fácil llegar al sitio que dejó la última vez, la corriente del agua se desplazaba con mayor fuerza, entonces volvió a la lucha más decidido, porque ahora entendía que sobre su espalda pesaba una gran misión.

               Los golpes de la corriente de agua dejaban marcas en su piel, al recorrer cinco kilómetros escuchó que más arriba arrastraba piedras de todo tamaño, para que no le arrastrasen a él también, empezó a buscar un espacio entre las rocas enormes, al tocar una de estas, se abrió un orificio y cayó por un túnel dentro de la tierra, debajo del río, cuando se levantó vio muchas entradas y salidas, no sabía qué dirección tomar, al poco rato escuchaba que alguien le decía que no temiera que solo se dejara llevar por los sentidos de sus pies, es así cómo salió mucho más arriba y prosiguió la marcha, en cada paso que daba notaba que la fuerza del agua disminuía, llegó a un sitio donde todo era tranquilidad, solo se escuchaba el respirar de la naturaleza y el suspiro de un arroyo, el camino que buscaba lo tenía enfrente,  en el momento de salir del río,  sintió que le  cogían del pie, sacó su espada y arremetió contra la mano que le arrastraba, despertó con sobresalto, vio a su hermano José que le estiraba los pies para despertarlo. Después de bañarse y desayunar en familia, salió rumbo al mercado, al pasar por la escuela, Alejandro sintió nostalgia recordando los años que asistió en su pueblo natal siendo más pequeño, en cuyas aulas aprendió a leer y escribir, ahora no asistía a clases porque ayudaba a su padre en la venta de los productos que cosechaban, también compraban otros, como hortalizas, verduras, legumbres y frutas para revenderlos, para ello viajaban por distintos pueblos cercanos, una vez en el mercado, tomó nota de los pedidos que le hacían los vendedores, al salir vio caer a una señora al suelo, corrió en su ayuda, la levantó y le dio su pañuelo para cubrirse la herida que se hizo en la frente, al mirarle a los ojos le preguntó por qué estaba triste, la señora le respondió, que la tristeza acabará con ella si no encuentra a su hija, además le decía que lloró tanto, que sus lágrimas fueron al mar, dicho esto, Raquel con mucha ternura puso su mano sobre la cabeza de Alejandro, le agradeció el gesto que tuvo con ella y se despidió con una sonrisa en los labios, luego con su padre y su hermano José se dirigieron a la parada del autobús para viajar por algunos pueblos y comprar los encargos que le habían hecho, mientras que Marcos y su madre regresaron a casa con las compras hechas.

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